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miércoles, 31 de octubre de 2018

Resolucion del caso clinico xxxv

Resolución del caso clínico
Hemocultivos: negativos
Punción aspiración con aguja fina: nódulo folicular benigno. Bethesda II.
Esputo para bacilos acido alcohol resistente y gérmenes comunes: directo para bacilos ácido alcohol resistente (BAAR) positivo (+++).
Evolución: con diagnóstico de tuberculosis pulmonar se inicia tratamiento antibacilar, y se programa luego de mejoría clínica y negativización de esputos la realización de videoendoscopia digestiva alta.
Se controla por consultorio externo (actualmente tres meses posteriores al alta): refiere adherencia a tratamiento antibacilar (realiza segunda fase), esputos negativos para BAAR, afebril, franca mejoría del estado general, retoma sus actividades habituales y presenta un aumento de 8 kg de peso. Por negativa de la paciente y la familia, se decide postergar realización de videoendoscopía digestiva alta.
> Discusión
Dra. Roberta Madoery.
¿Cuál es el correcto análisis de la patología nodular tiroidea, tanto benigna como maligna, el abordaje de sus complicaciones y el manejo de la misma en la práctica clínica diaria?
Los nódulos tiroideos constituyen un crecimiento localizado del tejido tiroideo con características y consistencia diferente al resto del parénquima glandular, acompañado o no de crecimiento de toda la tiroides, lo que se denomina bocio nodular. Pueden ser únicos o múltiples, detectados por palpación o por estudios de imágenes y en gran parte asintomáticos.
La mayoría de las enfermedades tiroideas pueden manifestarse como un nódulo tiroideo y aparecen con mayor frecuencia en el sexo femenino y en edades comprendidas entre la tercera y cuarta década de la vida. La prevalencia de los mismos según la Asociación Americana de Tiroides (ATA) es de un 4% a 7% en la población general (5% mujeres; 1% hombres) y de un 19 a un 68% por ecografía. De estos nódulos, un 7 a 15% son malignos. Cabe destacar que en niños y adolescentes, como en el caso de nuestra paciente, los nódulos malignos son 5 veces más frecuentes que en los adultos.
Las causas de nódulos tiroideos son variadas. Las causas benignas se dividen en adenomas (folicular, papilar, coloide, tóxico), quistes (coloides, simples, hemorrágicos), bocio multinodular, tiroiditis (agudas, subagudas, crónicas), hematomas, teratomas o abscesos. El bocio multinodular y la tiroiditis linfocitaria crónica, o enfermedad de Hashimoto, constituyen las causas más frecuentes de nódulos tiroideos benignos.
Las causas malignas se pueden dividir en carcinomas, los que a su vez se clasifican en: diferenciado (papilar, folicular, medular, de células de Hurthle) e indiferenciado o anaplásico. Otras causas de nódulos malignos son metástasis de otras neoplasias y el linfoma primario de tiroides. Existen también causas extratiroideas que pueden simular nódulos tiroideos, entre las cuales se encuentran los quistes del conducto tirogloso, quistes paratiroideos, adenoma paratiroideo, adenomegalias y aneurismas.
En el estudio del nódulo tiroideo son importantes los siguientes 5 puntos: anamnesis y examen físico, laboratorio, ecografía doppler, otros estudios de imágenes, punción aspiración con aguja fina (PAAF).
Respecto al laboratorio, a pesar de que la mayoría de los pacientes con nódulos tiroideos son eutiroideos, las Asociaciones Americana (ATA) y Europea (ETA) de Tiroides y la Americana de Endocrinología Clínica (AACE) recomiendan en todo paciente la cuantificación sérica de TSH, asociado a la cuantificación de Tiroxina o T4 libre, en casos que presenten alteración en los valores de TSH.
En caso de encontrarse una concentración de TSH sérica por debajo de lo normal (hipertiroidismo bioquímico) con elevación de las concentraciones séricas de la T3 o de la T4, con toxicidad o sin ella (hipertiroidismo subclínico), es altamente improbable que el nódulo sea maligno; sin embargo, esto no puede descartarse con la evaluación clínica y bioquímica, ya que pueden coexistir una tirotoxicosis hipertiroidea por un bocio multinodular con un carcinoma diferenciado. En cuanto a la medición de calcitonina y tiroglobulina, las mismas no se recomiendan al inicio del estudio de un nódulo tiroideo.
La determinación de calcitonina se debe realizar si existe la sospecha de carcinoma medular de tiroides por historia familiar. La utilidad de la tiroglobulina se encuentra en el seguimiento del carcinoma diferenciado de tiroides, luego de la realización de tiroidectomía, ya que su presencia marcaría la presencia de tejido tiroideo remanente o metastásico.
En cuanto a la solicitud de anticuerpos anti-tiroperoxidasa, anti-tiroglobulina y anti-receptor de TSH (TRAb) solo están indicados ante la presencia de hipo o hipertiroidismo analítico. Los anticuerpos anti-TPO y Anti-Tg, son más comunes en la tiroiditis de Hashimoto que en la enfermedad de Graves, y el TRAb se encuentra presente hasta un 95% de los casos de Graves y solamente en un 20% de los pacientes con Hashimoto. Otra diferencia es que el TRAb no está, habitualmente, presente en la población sana, en contraste con los otros anticuerpos.
La ecografía doppler se debe realizar en todos los casos de nódulos tiroideos. Las “red flags” o signos de alarma del nódulo tiroideo se pueden dividir en clínicos e imagenológicos, siendo los primeros: edad menor a 20 o mayor a 60 años, como presenta la paciente en cuestión; crecimiento rápido, como en el caso de nuestra paciente la cual presentó un crecimiento mayor a 1 cm en 18 meses; síntomas de compresión como disfagia, disfonía, disnea, que también presentaba la paciente a su ingreso a nuestra institución; antecedente de radiación externa; adenopatías cervicales; presencia de nódulos firmes, duros, irregulares o fijos; y familiares con antecedente de cáncer de tiroides o neoplasia endocrina múltiple tipo 2.
Los datos ecográficos que se consideran de alarma para malignidad son: presencia de microcalcificaciones; tamaño mayor de 4 cm (en estos casos se recomienda conducta quirúrgica); vascularización intranodular; presencia de bordes irregulares o micro lobulados; hipoecogenicidad; componente sólido; nódulo más largo que ancho. Si bien estos hallazgos no son patognómicos de neoplasia, la coexistencia de dos o más de ellos aumenta el riesgo de malignidad.
Otros estudios complementarios que se pueden solicitar en la enfermedad nodular tiroidea son la gammagrafía, tomografía, resonancia magnética y PET-CT, aunque todos presentan un rol limitado en el estudio inicial y su uso se reserva actualmente para el estudio y seguimiento de pacientes con enfermedad maligna.
Respecto a las indicaciones de Punción Aspiración con Aguja Fina (PAAF), la guía de la Asociación Americana de Endocrinología Clínica (AACE) y la Asociación Americana de Tiroides  (AAT) proponen su realización en: - Todo nódulo hipoecogénico mayor de 1 cm. - Nódulos incluso menores de 1 cm que presenten características clínicas o historia familiar de alto riesgo, características ecográficas sospechosas, adenopatías ipsilaterales a la lesión, parálisis de las cuerdas vocales, o crecimiento extracapsular. - Nódulos mayores de 2 cm, independientemente de las características ecográficas, pero no los nódulos puramente quísticos.
La PAAF para estudio citológico se debe hacer idealmente bajo guía ecográfica, lo cual aumenta la sensibilidad (83%) y disminuye el número de falsos negativos (especificidad de 92%), principalmente en lesiones mixtas o quísticas complejas. En los casos de enfermedad multinodular se debe biopsiar el nódulo dominante (el que presente características sugestivas de malignidad y no necesariamente el de mayor tamaño).
Los resultados de la PAAF se clasifican según el Sistema Bethesda, el cual presenta 6 categorías, cada una con un riesgo relativamente bien definido de malignidad. Estas categorías son: I: no diagnóstico o insatisfactorio; II: benigno; III: atipias de significado indeterminado o atipias limítrofes; IV: neoplasia folicular; V: sospechoso de malignidad; VI: maligno.
El manejo terapéutico se realiza de acuerdo con la categoría diagnóstica, así: en las categorías I y III debe repetirse el PAAF a los 3-6 meses, con énfasis en las zonas sospechosas. En las categorías IV, V y VI, se recomienda remitir a cirugía.
En la categoría benigna, que es el resultado que presentó la PAAF de nuestra paciente, se recomienda un seguimiento cada 6-18 meses con clínica y ecografía. Si en el seguimiento ocurre un cambio significativo de tamaño o aparecen cambios ultrasonográficos sospechosos de malignidad (aumento de volumen >50% o aumento del diámetro >20% en al menos 2 dimensiones cuando se trata de nódulos solidos), debe repetirse la PAAF y según el nuevo resultado, continuar el manejo.
En el análisis citológico de la PAAF realizada a nuestra paciente, se pudieron observar folículos de tamaño conservado, disposición homogénea y con núcleos pequeños, las cuales son todas características compatibles con benignidad.
Sin embargo, en el manejo de los nódulos con resultado benigno por PAAF, se debe tener en cuenta que la impresión clínica siempre se antepone a la citológica; así, ante una sospecha clínica de malignidad, el paciente deberá ser llevado a cirugía, aunque la PAAF sea informada como benigna. Esto es definitivo en presencia de:
1) Nódulos en pacientes menores de 14 años o mayores de 65 años.

2) Nódulos firmes y/o fijos a tejidos adyacentes, especialmente si son de crecimiento rápido o que lo hagan bajo terapia supresora con hormonas tiroideas.

3) Nódulos mayores de 4 cm, principalmente si ecográficamente son quísticos o mixtos,
4) Presencia de adenopatías cervicales regionales.
5) Parálisis de cuerdas vocales.
Otra opción descripta en el manejo de los nódulos tiroideos benignos, que de hecho es lo que se indicó en nuestra paciente en el momento del diagnóstico de los nódulos, es la terapia con levotiroxina con el objetivo de provocar una supresión de TSH, lo cual podría disminuir el tamaño del nódulo y prevenir la aparición de nuevos nódulos.
Sin embargo, grandes estudios sugieren que solamente entre el 17-25% de los pacientes tratados con levotiroxina en dosis supresores de TSH reducen a menos del 50 % su tamaño, pero una vez suspendido el tratamiento el nódulo reaparece y los pacientes son expuestos de manera innecesaria al hipertiroidismo iatrogénico con sus consecuentes efectos adversos, y es por esto que, actualmente, el uso rutinario de levotiroxina no se recomienda.
Si se tiene en cuenta el caso clínico de nuestra paciente, la cual presenta dos formaciones nodulares mixtas de 34mm y 22mm, con citología benigna por PAAF, pero con diagnóstico de dichos nódulos a los 14 años, los cuales no presentaron respuesta a la terapia con levotiroxina, con un crecimiento mayor de 1 cm en 18 meses y un tamaño actual mayor a 3 cm, considero que habría que evaluar en un futuro la posibilidad de una tiroidectomía parcial o total (según el resultado de la biopsia por congelación intra operatoria), con análisis anatomopatológico de la pieza quirúrgica, con el fin de investigar la presencia de malignidad.
Otro de los problemas clínicos que presentó nuestra paciente, que de hecho fue el motivo por el cual la misma ingresó a cursar internación en nuestra institución, es la tirotoxicosis.
Se trata de un desorden raro, agudo y severo, ocasionalmente iatrogénico, causado por el exceso de hormonas tiroideas y el aumento en la actividad simpática. La misma se produce por hiperfunción glandular, destrucción glandular o exceso de ingesta hormonal. Las causas más frecuentes de tirotoxicosis son la enfermedad de Graves-Basedow (75%), adenoma tóxico y el bocio multinodular tóxico.
Existen factores que pueden servir como desencadenantes como son las infecciones, cirugías, traumatismos o fármacos. La presentación clínica abarca un espectro muy amplio de manifestaciones cardiovasculares, neurológicas, digestivas y termorreguladoras, que reflejan una acentuación extrema de las manifestaciones del hipertiroidismo.
El tratamiento consiste en medidas de sostén; beta-bloqueantes como el propanolol para disminuir la frecuencia cardíaca, diaforesis, temblores; resinas de intercambio como la colestiramina, que se une a la hormona e interfiere con la circulación entero-hepática normal; corticoides que actúan inhibiendo la conversión periférica de T3 a T4; tionamidas, yodo y eventualmente cirugía.
Sin embargo, en el caso de la tirotoxicosis exógena que presentó nuestra paciente, estas últimas medidas terapéuticas (tionamidas, yodo, cirugía) no están indicadas ya que el cuadro no se debe a un aumento en la síntesis de novo de hormonas tiroideas. Lo más importante en la tirotoxicosis de causa exógena es la rápida suspensión de las hormonas tiroideas, como se realizó con la paciente, a la espera de un retorno al eutiroidismo en 4 a 6 semanas.
¿Qué relación se puede encontrar entre la patología tiroidea y la infección por Mycobacterium tuberculosis?
Luego del hallazgo de las lesiones cavitadas en la TAC de tórax y la confirmación de la presencia de Mycobacterium tuberculosis en la muestra de esputo de la paciente, resulta inevitable el planteo de la probable relación existente entre ambas entidades clínicas.
El compromiso tiroideo en la tuberculosis es infrecuente y puede ser primario o secundario a diseminación hematógena, linfática o por contigüidad desde un foco cercano, normalmente adenopatías mediastínicas, paratraqueales o cervicales. Se presenta con una clínica inespecífica, como síntomas de compresión (disnea, disfagia o disfonía), bocio de crecimiento rápido, nódulo tiroideo solitario o absceso tiroideo.
En las pruebas de función tiroidea lo más habitual es el estado eutiroideo, aunque en fases precoces puede aparecer hipertiroidismo, y en estados avanzados es posible el hipotiroidismo por destrucción glandular. El diagnóstico se realiza, en la mayor parte de los casos, por análisis de la pieza quirúrgica.
La PAAF es, no obstante, una herramienta de gran utilidad ya que la visualización de granulomas necrotizantes en el material de aspiración es definitoria de la enfermedad.
En los artículos titulados: “Tuberculosis tiroidea primaria (*1)” y “Tuberculosis en glándula tiroidea: presentación de un caso (*2)”, los casos reportados fueron mujeres que se presentaron con síntomas inespecíficos, sin alteraciones en los valores de hormonas tiroideas, y en cuyos casos el diagnóstico de tuberculosis no se realizó por PAAF, sino por análisis anatomopatológico de la glándula post tiroidectomía.
Si bien no puedo descartar la posibilidad de que nuestra paciente presente afección de la tiroides por tuberculosis, considero esta hipótesis poco probable ya que la paciente presenta nódulos tiroideos de 2 años de evolución y la PAAF realizada a la misma fue representativa y con hallazgos compatibles con benignidad, sin presencia de granulomas.
Continuando con el análisis de la relación entre tuberculosis y afecciones de la glándula tiroides, en el artículo titulado “Endocrine and cytokine responses in humans with pulmonary tuberculosis (*3)”, se describe la relación entre tuberculosis y la generación de alteraciones inmunoendocrinas.
Durante la infección por Mycobacterium tuberculosis se produce una liberación de citoquinas proinflamatorias como IL-6, IL-10, INF-g, las cuales no solo tienen efectos sobre la respuesta inmunológica sino que también afectan a los mecanismos endócrinos, los cuales pueden tener influencia en el curso de la enfermedad.
La respuesta endócrina se caracteriza por elevación de valores de hormonas como prolactina, hormona de crecimiento, cortisol y hormonas tiroideas, asociado a concentraciones decrecientes de testosterona y dehidroepiandrosterona (DHEA). Estas alteraciones se corresponden con disminución de los niveles de hormonas anabólicas y el aumento de hormonas hipercatabólicas, lo cual puede mediar en el progresivo debilitamiento que caracteriza a la tuberculosis.
Respecto a las hormonas tiroideas, en la investigación realizada se pudo comprobar el aumento tanto de T3 como de T4 en forma creciente en los estadios más avanzados de la tuberculosis. Por lo que considero que una hipótesis probable de lo sucedido en nuestra paciente es que se haya expuesto a la misma a un hipertiroidismo exógeno, que haya generado un estado de hipercatabolismo con la consecuente pérdida de peso, lo cual a su vez puede haber generado alteraciones en la respuesta inmunológica y predisposición a la infección por Mycobacterium tuberculosis.
La tuberculosis, a su vez, puede haber desencadenado una intensa respuesta inmuno-endócrina y un mayor descenso de peso. En estas condiciones, la elevación de hormonas tiroideas generadas por el cuadro de tuberculosis, asociado al exceso de hormonas tiroideas que la paciente estaba recibiendo en forma exógena, puede haber contribuido a desarrollar el cuadro de tirotoxicosis con el cual la misma se presentó a la consulta en nuestra institución. Considero esta hipótesis como probable en el caso de nuestra paciente.
¿Cómo interpretar los últimos hallazgos presentes en la TAC de abdomen y pelvis?
La detección de adenopatías abdominales y una lesión exofítica a nivel gástrico en la TAC realizada a la paciente, nos lleva a plantear la posibilidad de estar frente a una tuberculosis diseminada, con compromiso abdominal, como una de las hipótesis diagnósticas.
La diseminación abdominal en la tuberculosis es poco frecuente y se puede producir por vía hematógena, linfática o por contigüidad, pudiendo afectarse la mayoría de los órganos abdominales. Se expresa con síntomas gastrointestinales generales (dolor abdominal, nauseas, vómitos, diarrea) y la forma de presentación más frecuente es la linfadenitis mesentérica, seguida por la afección peritoneal, gastrointestinal (dentro de ella la más frecuente es la localización íleo-cecal), y por último el compromiso visceral.
La localización gástrica es muy poco frecuente, debido a la capacidad bactericida del ácido gástrico, pero usualmente está asociada a compromiso pulmonar.
En el artículo de revisión titulado “Abdominal tuberculosis of the gastrointestinal tract: Revisited (*4)” hace referencia a que el compromiso gástrico podría producirse por ingesta de secreciones respiratorias, lo cual podría ser una posibilidad en nuestra paciente ya que la misma es altamente bacilífera.
Además, el artículo describe que las lesiones gástricas producidas por la tuberculosis son de tipo ulcerativas en la mayoría de los casos, algo que iría en contra de las lesiones exofíticas encontradas en nuestra paciente. Sin embargo, considero que la posibilidad de una tuberculosis diseminada con compromiso abdominal en nuestra paciente es una hipótesis probable, por lo que se propone la realización de una videoendoscopia digestiva alta (VEDA) con el objetivo de visualizar mejor y tomar una muestra biopsia de la lesión.
Como otras etiologías que justifiquen las lesiones gástricas encontradas, es inevitable el planteo de las causas tumorales benignas y malignas, sobre todo aquellas que se presentan en forma de lesiones exofíticas. Dentro de las causas benignas se describen los lipomas, los pólipos, los leiomiomas, las várices, los quistes y el páncreas ectópico.
Dentro de las probables causas malignas se encuentran los tumores del estroma gastrointestinal, el linfoma primario de estómago y los carcinomas. Si bien considero que la presencia de una lesión tumoral gástrica es poco probable, podría justificar la gran pérdida de peso que sufrió nuestra paciente, lo cual la haya predispuesto a adquirir una infección por Mycobacterium tuberculosis.
Finalmente, a modo de resumen, nos encontramos frente a una paciente joven, que se presenta con un cuadro de tirotoxicosis, dos tumoraciones nodulares tiroideas, tuberculosis pulmonar confirmada, y un compromiso abdominal del cual aún no está clara la causa. Por el cuadro de tirotoxicosis propongo continuar con el tratamiento médico instaurado y realizar un seguimiento clínico y analítico hasta la normalización de los valores de hormonas tiroideas.
Respecto a los nódulos tiroideos, propongo que se realice un seguimiento clínico y ecográfico cada 3 a 6 meses. Por el cuadro de tuberculosis pulmonar propongo que se continúe con el tratamiento antibacilar, asociado un tratamiento de recuperación nutricional, y una vez en condiciones, propongo que se replantee la posibilidad de realización de una tiroidectomía con análisis anatomopatológico de la pieza quirúrgica, que permita descartar la presencia de malignidad.
Respecto al compromiso abdominal, no puedo descartar al momento que se trate de una causa tumoral o de diseminación de la tuberculosis, por lo que considero que se debe realizar una endoscopia digestiva.
Por último, ya que este caso clínico ha presentado numerosos cambios y nuevos hallazgos a lo largo de los días, lo cual nos ha hecho poner en constante práctica el razonamiento clínico, propongo que se realice un abordaje multidisciplinario, que incluya no solamente al servicio de Clínica Médica, sino también a los servicios de Endocrinología, Cirugía, Infectología, Gastroenterología, Diagnóstico por imágenes y Trabajo Social (para lograr un adecuado contacto con el centro de salud de referencia, que permita realizar un seguimiento de los familiares de la paciente para un adecuado estudio, prevención y profilaxis de la tuberculosis).
Considero además muy importante la presencia del equipo de psicología y de los familiares, para lograr una adecuada contención y acompañamiento de la paciente, la cual presenta un cuadro clínico que ha generado numerosos interrogantes a lo largo de los 14 días de internación, que se han podido ir resolviendo, pero que actualmente nos plantea nuevos interrogantes y nuevos desafíos diagnósticos.


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martes, 2 de octubre de 2018

Caso clínico XXXV. ¿Cuál es su diagnóstico?
Mujer de 16 años con nódulo tiroideo, síndrome constitucional y lesiones pulmonares.
Enfermedad actual
Mujer de 16 años que comienza hace 2 años con tumoración a nivel cervical anterior, motivo por el cual consulta a su médico de cabecera quien, tras realizar ecografía tiroidea donde se evidencian dos formaciones nodulares y perfil tiroideo que resulta normal, inicia tratamiento con levotiroxina 100 mcg/día.
Hace aproximadamente 6 meses agrega astenia, posterior a lo cual se aumenta la dosis de levotiroxina a 125 mcg/día. De 3 meses de evolución refiere pérdida de 10 kg de peso corporal asociado a aumento de astenia por lo que consulta al Servicio de Endocrinología, decidiéndose su internación para estudio.
Al interrogatorio dirigido, la paciente refiere además registros febriles aislados de 2 meses de evolución, diarrea, irritabilidad, disfonía y tos no productiva.
Antecedentes personales y familiares
• Nódulos tiroideos diagnosticados hace dos años.
• Niega hábitos tóxicos y alergias medicamentosas.
• Padres vivos, sanos. Una hermana con enfermedad de Still.
Estudios previos
• Ecografía tiroidea (dos años previos): estructura heterogénea. Se observan dos formaciones nodulares mixtas multi-tabicadas de 20 y 28 mm en lóbulo derecho.

• TSH (dos años previos): 1,61 uUI/ml.

• Perfil tiroideo (15 meses previos): TSH 0,02 uUI/ml. T4 1,71 ng/dl.

• Anticuerpos (10 meses previos): Anticuerpos anti-tiroperoxidasa <10 UI/ml. Anticuerpos anti-tiroglobulina <20 UI/ml.

• Ecografía tiroidea (3 meses previos): glándula asimétrica heterogénea a expensas de lóbulo derecho. En lóbulo derecho dos formaciones nodulares mixtas de 23 x 13 mm cada una. Lóbulo izquierdo sin alteraciones
Examen físico
    > Paciente lúcida. Adelgazada. Impresiona moderadamente enferma.
    Signos vitales: presión arterial: 110/70 mmHg. Frecuencia cardíaca: 120 lpm. Frecuencia respiratoria: 16 rpm. Temperatura: 37,1ºC. Saturación de O2: 96% (aire ambiente).
    > Cabeza y cuello: normocéfala, cabello bien implantado. Ojos: conjuntivas rosadas, escleras blancas, leve exoftalmos. Pupilas isocóricas, reactivas y simétricas. Movimientos oculares extrínsecos conservados. Puntos sinusales negativos. Fosas nasales y conductos auditivos externos permeables y sin secreciones. Cavidad bucal: piezas dentarias en buen estadolengua central y móvil, mucosas semi húmedas, orofaringe sin lesiones. Cuello: cilíndrico, pulsos carotideos simétricos, sin soplos, ingurgitación yugular 2/6, con colapso inspiratorio. En región anterior del cuello, tumoración de 4 cm de diámetros palpable a nivel de lóbulo tiroideo derecho, de consistencia duro elástica, no adherida a planos profundos. No se palpan adenopatías.
    > Aparato cardiovascular: sin latidos patológicos ni frémito. R1 y R2 normofonéticos, sin soplos, R3 ni R4. Ritmo regular.
    > Aparato respiratorio: respiración costo-abdominal, sin tiraje ni reclutamiento abdominal. Expansión de bases y vértices conservados. Vibraciones vocales conservadas. Sonoridad pulmonar conservada. Buena entrada bilateral de aire sin ruidos agregados.
    > Abdomen: plano, sin cicatrices ni circulación colateral, blando, depresible, indoloro. Timpanismo conservado. No se palpa hepatomegalia ni esplenomegalia. Ruidos hidroaéreos conservados. Puño percusión bilateral negativa.
    > Examen Neurológico: pares craneales conservados. Sin foco motor ni sensitivo. Sin signos meníngeos. Reflejos osteotendinosos conservados. Sin signos de encefalopatía. Babinski bilateral negativo. Marcha y equilibro conservados.
    > Miembros: tono, trofismo, fuerza, pulsos y temperatura conservados. Sin edemas ni adenopatías. Sin diferencia de diámetro. Homans y Ollow negativos. Se evidencia nevo de 1 cm de diámetro en cara dorsal de pie izquierdo, de superficie lisa, color uniforme.
    > Genitales: vulva sin secreciones ni lesiones.
    Examen físico
      Exámenes complementarios:
      Laboratorio:
      DÍA 0DÍA 6
      Hemoglobina (g/dL)10,510
      Hematocrito (%)3432
      Glóbulos blancos (cél/mm3)123207430
      Plaquetas (cél/mm3)489000304000
      Glicemia (mg/dL)6656
      Uremia (mg/dL)1512
      Creatininemia (mg/dL)0,470,36
      Na+ (mEq/l)132139
      K+ (mEq/l)4,62,35
      Cl- (mEq/l)9193
      Albúmina (mg/dL)2,82,42
      Calcio (mg/dL)8,78
      Fosforo (mg/dL)3,33,2
      Magnesio (mg/dL)1,751,71
      Bilirrubina total (mg/dL)0,49-
      GOT (UI/L)27-
      GPT (UI/L)13-
      FAL (UI/L)109-
      GGT (UI/L)33-
      LDH (UI/L)396-
      CPK (UI/L)32-

      Índices urinarios:
      Día 8
      Sodio urinario (mEq/L)153
      Urea en orina (mg/dl)1022
      Cloro urinario (mEq/L)211
      Creatinina en orina (mg/dl)64,25
      Potasio urinario (mEq/L)57,4
      Gradiente transtubular de potasio8,04
      • Electrocardiograma: ritmo regular, sinusal. FC 150 lpm. PR 0,16seg. QRS 0,08seg. QT 0,40seg. AQRS +30°. Sin signos de isquemia aguda.
      • Orina completa: pardo. pH 6. Densidad 1014. Urobilinas normales. Mucus +.
      • Test de embarazo: negativo.
      • Perfil tiroideo: TSH 0.03 μUI/ml. Tiroxina sérica total (T4) 17.2 μg/dl. Anticuerpos anti-tiroglobulina 25,6 UI/ml. Anticuerpos anti-tiroperoxidasa 35,7 UI/ml.
      • Ecografía tiroidea: tamaño aumentado a expensas de lóbulo derecho. Estructura heterogénea. En lóbulo derecho se visualizan dos formaciones nodulares mixtas de 34 y 22mm. Ambas presentan en su porción sólida, vascularización central y periférica al doppler. Distribución intratiroidea de los vasos sanguíneos de características habituales.
      • Nasofibrolaringoscopia: orofaringe, hipofaringe y laringe sin alteraciones. Senos piriformes libres. Cuerdas vocales móviles con características estructurales normales.
      • Test rápido de HIV: negativo.
      • Radiografía de tórax: radio opacidades heterogéneas bilaterales a predominio de hemitórax izquierdo. Índice cardiotorácico conservado y senos costo-frénicos libres (IMAGEN 1).
      Evolución:
        Al ingreso de la paciente se obtiene perfil tiroideo en donde se constata valor de TSH de 0.03 μUI/ml y tiroxina sérica total (T4) de 17.2 μg/dl, por lo que se decide suspender la administración de levotiroxina y se inicia tratamiento con propanolol e hidrocortisona. Se solicita también ecografía tiroidea la cual muestra dos formaciones nodulares en lóbulo derecho, de mayor tamaño respecto a ecografías previas, por lo que se realiza punción-aspiración con aguja fina.
        Para estudio de la disfonía, se realiza nasofibrolaringoscopía, la cual no presenta hallazgos patológicos de jerarquía.
        Entre los exámenes complementarios solicitados al ingreso de la paciente, se realiza una radiografía de tórax en la cual constatan radioopacidades intraparenquimatosas difusas bilaterales, a predominio izquierdas. Se realiza tomografía de cuello, tórax, abdomen y pelvis. Por constatarse registro febril, se toman muestras de hemocultivos y esputo.
        IMAGEN 1: Radiografía de tórax: radioopacidades heterogéneas bilaterales a predomino de hemitórax izquierdo.
         Tomografía de cuello y tórax de alta resolución: El lóbulo derecho de la glándula tiroides se observa aumentado de tamaño, visualizándose dos formaciones nodulares ovoides, una de ellas hipodensa de 10 mm y otra hipodensa con centro de mayor densidad que mide aproximadamente 20 mm, las lesiones antes mencionadas determinan un ligero desplazamiento de la tráquea a izquierda.
        Las estructuras vasculares supra aórticas son de características normales. La aorta es de calibre y trayecto conservado. La arteria pulmonar y sus ramas son de calibre y trayecto conservados. Relación aórtico-pulmonar conservada. El corazón es de tamaño normal. El pericardio es de espesor conservado. El esófago es de calibre y trayecto normales. Mediastino de características normales.
        El análisis del parénquima pulmonar pone en evidencia la presencia de múltiples imágenes micronodulares y nodulares sólidas, con discreto patrón periférico en vidrio esmerilado, centrales y periféricas que se distribuyen de vértice a base en ambos campos pulmonares. Algunas de ellas presentan cavitación central con paredes engrosadas, predominantemente en lóbulo superior izquierdo y segmento apical del lóbulo inferior donde alcanzan gran tamaño, siendo la mayor de 40 mm aproximadamente, asociadas a bronquiectasias cilíndricas arrosariadas y adenomegalias.
        Estructuras ganglionares cervicales aumentadas en número de rango no megálico. Escaso derrame pleural izquierdo. No se observan alteraciones en las estructuras que componen la pared torácica. (Imágenes 2 y 3).
        • Tomografía de abdomen y pelvis con contraste: Se observan múltiples adenomegalias mesentéricas las de mayor tamaño miden 17 mm x 11 mm. A nivel de cámara gástrica, en contacto con fundus y pared posterior, se observa imagen exofítica heterogénea que mide 47 mm (L) 57 mm  (T) x 34 mm (AP) cuyo margen posterior se encuentra mal definido y no denota plano neto de separación con la pared gástrica.
        Se realiza nuevo barrido tomográfico tardío 7 horas posterior al estudio, donde dicha imagen no evidenció cambios significativos con las modificaciones de decúbito. Además impresiona evidenciarse engrosamiento parietal gástrico a dicho nivel con refuerzo tras la administración de contraste endovenoso. Abundante materia fecal en el marco colónico lo que dificulta su adecuada valoración, no impresionan observarse engrosamientos parietales ni refuerzos patológicos tras la administración de contraste endovenoso.
        Se observa escasa cantidad de líquido libre en ambas goteras parietocólicas, con moderada cantidad interasas pelvianas y en fondo de saco de Douglas. (imagen 4)
        IMAGEN 4: Tomografía de abdomen y pelvis: se observa a nivel gástrico, en contacto con fundus y pared posterior, imagen exofítica heterogénea de 47 mm (L) por 57 mm (T) por 34 mm (AP).

        viernes, 9 de octubre de 2015

        Caso clinico 1 serie

        Presentación del caso clínico:
        Motivo de Consulta: disnea
        Enfermedad Actual
        : Paciente de sexo masculino de 53 años de edad que comienza 20 días previos al ingreso con un episodio de disnea súbita que se acompaña de edema y eritema en cara y cuello. Los mismos persisten, acompañados de sensación de ahogo, exacerbándose en el decúbito y al inclinarse hacia delante.Antecedentes:
        • Ex tabaquista de 30 cigarrillos por día durante 30 años.
        • Niega hipertensión arterial, diabetes y alergias.

        Examen Físico:


        Vigil y orientado globalmente. Impresiona severamente enfermo.

        Signos vitales:
         presión arterial: 130/100 mmHg; FC: 88 lpm; FR: 20 rpm; Temperatura: 36,5 °C.
        Cabeza y cuello
        : Normocéfalo, cabello bien implantado. Conjuntivas rojas, escleras blancas, pupilas isocóricas reactivas, movimientos oculares extrínsecos conservados. Piezas dentarias incompletas, orofaringe sin lesiones, mucosas húmedas; halitosis. Cuello cilíndrico, aumentado de tamaño en forma simétrica, edematizado y eritematoso, sin adenopatías ni tiroides palpables, ingurgitación yugular 5/6 sin colapso, pulsos carotídeos simétricos y sin soplos.

        Tórax: Diámetro antero posterior aumentado, sin cicatrices. Se observa circulación colateral sobre base eritematosa.
          
        Respiratorio: respiración costo abdominal sin tiraje ni reclutamiento. Murmullo vesicular conservado sin ruidos agregados.
        Cardiovascular:
         Ruidos normofonéticos, sin soplos.
        Abdomen:
         Plano, sin cicatrices ni circulación colateral. Blando, depresible e indoloro. Borde inferior del hígado a 1 cm del reborde costal. No se palpa bazo. Ruidos hidroaéreos conservados.
        Neurológico:
         Funciones superiores conservadas, pares craneales indemnes, moviliza extremidades con fuerza 5/5 y sensibilidad conservada, reflejos osteotendinosos simétricos, marcha y equilibrio conservado, respuesta plantar flexora bilateral.
        Miembros: Extremidades superiores edematizadas sin fovea. Tono trofismo, fuerza, temperatura y pulsos conservados. No se palpan adenopatías.

        Laboratorio:
        Otras determinaciones: TSH: 4,83 UI/mL; Serología para VIH  negativa.

        Estudios de diagnóstico por imágenes

        Radiografía de tórax (ingreso)
        • Se observa ensanchamiento mediastinal superior.

        Tomografía computada de tórax y cuello:
        • La vena yugular derecha muestra calibre aumentado en relación a la contralateral.

        • En vértice de pulmón derecho se define una opacidad retráctil probablemente secuelar.

        • No se definen procesos expansivos que produzcan compresión extrínseca vascular.

        • No se observan adenomegalias mediastinales ni cervicales.

        • Signos de enfisema centrolobulillar bilateral. Sin signos de derrame.

        Ecocardiograma (6to día):
        • Diámetros normales, espesor normal, función sistólica del ventrículo izquierdo (FSVI) normal.

        • Derrame pericárdico leve en relación a ventrículo derecho.

        Ecografía doppler de vasos del cuello:

        • Dilatación con flujo disminuido en vasos de cuello, más acentuado en el lado derecho.

        • Vena yugular interna derecha dilatada y ectásica con flujo disminuido de velocidad.

        • En el confluente yugulosubclavio la rémora sanguínea es severa.
         
        Ecocardiograma (9no día):• Motilidad global conservada.

        • Derrame pericárdico global moderado con comprensión de la aurícula derecha.

        • No se observan elementos libres intracavitarios.
        Ecocardiograma (27mo día):• Aurícula izquierda de 43 mm, Fracción de eyección 78%

        • Derrame pericárdico moderado sin compresión de cavidades derechas.
        RMI tórax• Severa estenosis que compromete desde el origen de la vena cava superior con una extensión caudal de 3 cm sobre la misma, acompañada de marcada dilatación proximal del tronco venoso braquiocefálico derecho e izquierdo, de la vena subclavia y de la vena yugular interna derecha junto con abundante circulación colateral de la pared del tórax.

        • A nivel del área estenótica se identifica una alteración ocupante de espacio amorfa, de densidad de tejido blando que engloba el área de la vena, que se extiende posteriormente aproximadamente 30 x 30 mm de diámetro. Se plantea: ¿lesión sólida? ¿masa de tejido fibrótico?

        • Muy pequeños derrames pleurales bilaterales.

        • Edema de las partes blandas de la pared del tórax, de la pared anterior del cuello y de ambas regiones axilares.


        Angio RMI: 
        • Dilatación de troncos braquiocefálicos y yugulares a predominio derecho.
        • Abundante circulación colateral con obstrucción a nivel del origen de la vena cava superior.
        • TC tórax con contraste endovenoso (posterior a angioplastia)

        • No se observan refuerzos patológicos parenquimatosos postcontraste.

        • Se observa imagen espiculada en vértice pulmonar derecho con retracción de pleura pulmonar y pequeña área de atrapamiento aéreo adyacente a la misma, que podría estar en relación a imagen secuelar aunque no se puede descartar otra etiología.

        • Derrame pleural bilateral laminar.

        • Presencia de densidad metálica en vena cava superior; también se observa otra imagen de densidad metálica en aurícula derecha a correlacionar con antecedentes quirúrgicos del paciente.

        • Derrame pericárdico leve de 14 mm de espesor.

        • Se observa densidad de tejidos blandos con refuerzo heterogéneo postcontraste EV localizado entre VCS y el límite anterior de la tráquea sin plano graso neto de separación con las mismas.

        • También se observa estructura redondeada en mediastino anterior en situación paracardíaca derecha, de 15 mm de diámetro en su eje corto con discreto refuerzo postcontraste en relación a adenomegalia.

        En la TC de tórax con ventana mediastínica se evidencia claramente la posici1>n del segundo stent sobre la Vena Cava Superior (fig1 izquierda) y del primero alojado en la aurícula derecha (Fig. 2)

        En la TC tórax con ventana pulmonar se observa un área de atrapamiento aéreo sobre ápice del pulmón derecho (figuras 1 y 2, flechas rojas), derrame pericárdico (figuras 5 y 6, flechas rojas), derrame pleural bilateral (flechas verdes) y masa paracardíaca derecha (flecha azul).

        Discusión del caso
        Dra. Victoria Ferretti
        Se discute el caso de un paciente varón de 53 años que, como antecedente de relevancia, es ex tabaquista, que ingresa al Hospital con síntomas y signos sugestivos de síndrome de la vena cava superior y que requirió la colocación en forma paliativa de un stent metálico auto-expandible. Como complicación presentó durante el procedimiento la migración del stent hacia la aurícula derecha y en forma asociada un hemopericardio, que requirió pericardiocentesis y drenaje. Además, debido a la internación prolongada, desarrolló un síndrome febril asociado a una infección de partes blandas en relación a una escara por decúbito.
        Voy a tomar como dato guía de mi discusión la presencia del síndrome de la vena cava superior, realizando una revisión acerca de cuáles podrían ser las posibles causas del mismo en nuestro paciente,  para luego, y teniendo en cuenta las complicaciones presentadas, plantear la terapéutica más apropiada.

        El síndrome de la vena cava superior se produce cuando existe una oclusión a nivel de este vaso que dificulta el drenaje venoso proveniente de cabeza y cuello, parte superior del tórax y miembros superiores hacia las cavidades derechas del corazón. Esta oclusión puede producirse debido a una invasión de la pared del vaso, o por una obstrucción extrínseca de la misma secundaria a procesos patológicos de las estructuras adyacentes, como ser pulmón, ganglios y, menos frecuentemente, aorta, tiroides o pericardio. Puede ser producido por causas malignas, que por lejos son las más frecuentes (95%), y por causas benignas (5%). Dentro de las malignas voy a hacer referencia al carcinoma broncogénico, al linfoma y a las metástasis más frecuentemente involucradas con este síndrome. Me resulta importante destacar que para algunos autores el síndrome de la vena cava superior constituye una emergencia oncológica.

        Como sabemos, los tumores malignos presentan crecimiento rápido. En el caso de un tumor maligno que obstruyera la vena cava superior, al crecer rápidamente impediría el correcto desarrollo de circulación colateral, de manera tal que cuando la obstrucción llegase a ser mayor al 90% el inicio de la sintomatología sería súbito.
        Dentro de los síntomas, los más frecuentes y característicos son: disnea o sensación de ahogo, edema facial, cervical, de parte superior de tronco y de miembros superiores, también conocido como edema en esclavina y circulación colateral nivel de la cara anterior del tórax. También pueden presentarse ingurgitación yugular, tos, cianosis o rubicundez, congestión nasal, disfonía, disfagia, estridor, cefalea y. rinorrea, menos frecuentes.

        El carcinoma broncogénico es un tumor que se encuentra en estrecha relación con el tabaquismo, que es un antecedente de nuestro paciente. El síndrome se desarrollará en el 2 – 4% de los enfermos con carcinoma broncogénico. La variedad más frecuentemente involucrada es elcarcinoma de células pequeñas; esto se debe a la localización que adquiere a nivel pulmonar, afectando preferentemente la parte medial, en relación a los grandes vasos, y en este caso a la vena cava superior. El compromiso de la vena cava se da la mayor parte de las veces por compresión extrínseca de los ganglios con metástasis del tumor y en menor frecuencia por compresión del propio tumor o por invasión directa del vaso, que es la variedad de peor pronóstico.

        Para arribar al diagnóstico de carcinoma broncogénico es necesaria la histología. La toma de biopsia puede ser de un ganglio periférico accesible, que no es el caso de nuestro paciente, transbronquial o mediante mediastinoscopía. En algunos casos puede recurrirse a biopsia de médula ósea.

        Está descripto el alivio de la sintomatología luego de la utilización de medidas paliativas, como son la colocación de un stent o la aplicación radio o quimioterapia.

        Un dato interesante es la asociación que hallaron algunos autores entre el síndrome de la vena cava superior en un paciente con carcinoma broncogénico y la presencia de metástasis cerebrales. La explicación fisiopatológica para dicha relación se fundamentaría en que al haber obstrucción al drenaje venoso desde cabeza y cuello se generaría estasis venoso a dicho nivel, con la consecuente rémora sanguínea y fenómenos microtrombóticos que predispondrían al desarrollo de metástasis cerebrales. De esta manera, para algunos autores, la presencia de síndrome de la vena cava superior en un paciente con carcinoma broncogénico constituiría un factor de riesgo de metástasis cerebrales.

        Entonces considero que los puntos a favor para pensar en carcinoma broncogénico en nuestro paciente son: el antecedente de tabaquismo, la evolución aguda de la sintomatología, la imagen descripta en la RMI y la epidemiología, ya que como dijimos es la causa más frecuente dentro de las patología malignas, productores de síndrome de la vena cava superior.
        En contra para considerar al carcinoma broncogénico está el hecho de que no presenta otra sintomatología más que de la secundaria a la obstrucción de la cava. De todos modos, considero que el carcinoma broncogénico es un diagnóstico probable.

        Otra entidad a considerar es el linfoma. Como sabemos, existen dos variedades: el Hodgkin y el no Hodgkin. Las dos entidades afectan el mediastino mediante la formación de una masa anterior de crecimiento rápido. La entidad que afecta el mediastino con más frecuencia es el linfoma de Hodgkin, pero la entidad que se relaciona más frecuentemente con síndrome de la vena cava superior es el no Hodgkin. La afección de la vena cava se produciría por compresión extrínseca de las adenopatías mediastinales. De los pacientes con linfoma no Hodgkin, sólo el 2 – 4% presentarán este síndrome. La variedad más frecuentemente involucrada es el linfoma difuso de células B grandes. En cuanto a la incidencia es siempre más frecuente en hombres y tiene dos picos, uno entre los 30 y 40 años y otro a los 65 años.

        A favor para linfoma (no Hodgkin) tenemos la evolución de la enfermedad, la masa evidenciada en TC y RMI, el sexo y la edad. En contra tenemos la ausencia de compromiso de otros órganos. Sin embargo, considero que el diagnóstico de linfoma es probable.

        Una mención a las metástasis: las que más frecuentemente afectan el mediastino con compromiso de la vena cava superior son las secundarias a el carcinoma broncogénico, el cáncer de testículo, el de riñón. Cabe mencionar que en la mujer el de mama es el más frecuentemente reportado.

        Continuando, analizaré las causas benignas. La más frecuente dentro de éstas es lamediastinitis crónica, también llamada mediastinitis crónica fibrosa. La misma es una inflamación del mediastino, que puede comprometer sólo a los ganglios, hasta la afección mediastinal difusa, llamada mediastinitis fibrosante. Se desarrolla generalmente en forma secundaria a una infección granulomatosa sistémica, como la tuberculosis o la histoplasmosis, y más raramente secundaria a actinomicosis, aspergilosis, silicosis, sarcoidosis y radiación mediastinal.

        Cuando existe solamente afección de los ganglios mediastínicos los pacientes suelen presentarse en forma asintomática, siendo la incidencia de síndrome de la vena cava del 5 al 10%. En cambio, la mediastinitis fibrosante se caracteriza por comprimir las estructuras adyacentes, pudiendo provocar con mayor frecuencia síndrome de la vena cava superior, obstrucción traqueobronquial, parálisis de los frénicos o de los recurrentes, u obstrucción de los vasos pulmonares.

        Para algunos autores, la inflamación granulomatosa ganglionar sería secundaria, como dijimos, a una infección granulomatosa sistémica, y podría con el tiempo evolucionar a mediastinitis fibrosante una vez que el caseum es volcado al mediastino. Sin embargo, para otros autores, estas entidades corresponderían a dos procesos independientes. De esta forma, la inflamación granulomatosa ganglionar seguiría la misma fisiopatología descripta, formando masas calcificadas en mediastino a nivel paratraqueal o subcarinal, mientras que la mediastinitis fibrosante se generaría en individuos genéticamente predispuestos a desarrollar tejido fibroso en forma exagerada, cuya etiología podría presumirse autoinmune, y que se encontraría relacionada con la fibrosis retroperitoneal. En esta entidad existiría infiltración difusa, no calcificada, de múltiples compartimientos mediastinales.

        La mediastinitis fibrosante suele afectar con frecuencia el mediastino medio y el curso de la sintomatología sería lento, en meses o años.

        Para arribar al diagnóstico de esta entidad no es necesario el diagnóstico histológico si es que contamos con un paciente con foco epidemiológico correspondiente a enfermedad granulomatosa, con clínica compatible con dicha enfermedad y con una imagen en TC o RMI compatible. Pero en el caso en el que se cuente con el foco epidemiológico ni con la clínica, o que la  imagen sea dudosa, la biopsia se convierte en un método diagnóstico necesario para descartar otras causas.

        Considero que a favor para mediastinitis fibrosante tenemos la imagen dudosa en TC y RMI. En contra tenemos el tiempo de evolución de la sintomatología, que hablaría a favor de un proceso maligno, la ausencia de foco epidemiológico y de clínica compatible. Por este motivo considero que el diagnóstico de mediastinitis fibrosante no deja de ser tentador, pero parece alejado.

        Cabe mencionar que  existen técnicas mini-invasivas para arribar al diagnóstico:

        • Biopsia de un ganglio accesible. Ésta no puede realizarse debido a que nuestro paciente no presenta ningún ganglio palpable al examen físico

        • Citología de esputo. En nuestro paciente pudo tomarse una muestra mediante aspirado traqueal, cuya citología fue negativa para células neoplásicas

        • Biopsia de médula ósea en casos seleccionados.

        En cuanto al manejo de un paciente con síndrome de la vena cava superior, el mismo dependerá de la causa, ya sea benigna o maligna. No obstante, siempre debe priorizarse la severidad de la sintomatología, que determinará la realización de técnicas paliativas. Entre ellas, la más utilizada en la actualidad es la colocación de stent metálicos auto-expandibles, los que han sustituido a los by-pass. Es conocido también el uso de la radio y quimioterapia, en los casos en los que se conoce la causa del síndrome. Debe iniciarse anticoagulación en el caso de sospecharse trombosis de la vena cava; cabe mencionar que se ha visto un aumento de esta entidad en la actualidad debido al uso cada vez más frecuente de catéteres venosos centrales, marcapasos, catéteres de diálisis, etc. En estos casos sería controvertido el uso o no de trombolíticos. Respecto al uso de corticoides, éstos es discutido; se ha visto beneficio en algunos estudios en pacientes con mediastinitis fibrosante o linfoma. 

        La colocación de stent metálicos auto-expandibles constituye un procedimiento rápido, mini-invasivo, de bajo riesgo y baja morbi-mortalidad, que provee alivio de la sintomatología en menos de 48 horas, como fue el caso de nuestro paciente. Sus indicaciones precisas son: sintomatología severa, progresión rápida de los síntomas, falta de respuesta a radio o quimioterapia u obstrucción de causa benigna. Un dato importante a favor de la realización de este método paliativo es la no interferencia en el posterior diagnóstico histológico de la causa de la obstrucción, que sí se vería modificado con el uso de radio o quimioterapia.

        A pesar de que las complicaciones son raras, existen. De hecho ha ocurrido una de ellas en nuestro paciente. Las más frecuentes son la trombosis, la re-estenosis, la migración, ya sea a aurícula derecha o a arteria pulmonar y más raramente la infección (su infrecuencia podría deberse a que luego de 4 a 8 semanas de colocado el stent, el mismo se epitelizaría y dejaría de actuar como un dispositivo endovascular con probabilidad de infecciones; sin embargo, no debemos olvidar que el stent ubicado en aurícula derecha no estaría en condiciones de epitelizarse, por lo cual sería factor de riesgo a infecciones del mismo). Otras complicaciones aún más raras son el edema pulmonar y, de menor jerarquía la elevación de un hemidiafragma y el dolor retroesternal de tipo pleurítico.

        Conclusiones:
        Como conclusión considero que estamos ante un paciente con síndrome de la vena cava superior de etiología maligna, pudiendo corresponder la misma a un carcinoma broncogénico o un linfoma. En cuanto al stent en aurícula derecha, el mismo ejercería un efecto embolígeno debido a la imposibilidad de epitelización y actuaría como dispositivo endovascular con el consiguiente riesgo de infecciones.

        Por estos motivos, considero que tal vez la conducta más adecuada sea la realización de una toracotomía, con biopsia por congelación de la masa mediastinal y quizás en el mismo acto quirúrgico la extracción del stent de la aurícula derecha.

        Planteo como interrogante la realización o no de una mediastinoscopia que para algunos autores estaría contraindicada debido a la abundante circulación colateral, pero que, debido a que tenemos evidencia de disminución de la misma, podría postularse como una buena metodología diagnóstica. Otra modalidad diagnóstica podría ser la toma de biopsia de la masa  guiada bajo tomografía computada.

        Y para finalizar, considero indiscutida la antiagregación en forma indefinida.
        Evolución y diagnóstico
        Al 2do. día de internación se realiza cavografía que informa una marcada dilatación de vena yugular interna derecha con diámetro de 20 mm y una obstrucción severa en el origen de vena cava superior, de bordes lisos y de aproximadamente 20 mm de longitud que compromete el 90% de su luz. Por estos hallazgos inicia anticoagulación con heparina sódica.
        El 8vo día se realiza angioplastia con colocación de stent en VCS; en este procedimiento se requirió la utilización de un segundo stent debido a la migración del primero hacia aurícula derecha. Horas luego de la instrumentación el paciente manifiesta dolor torácico a predominio del hemitórax derecho con irradiación a región interescapular; posteriormente agrega diaforesis y desasosiego asociados a hipotensión que no mejora con la administración de cristaloides. Por este cuadro pasa a Unidad de Terapia Intensiva donde requiere inotrópicos y asistencia respiratoria mecánica.
        Se realiza ecocardiograma que evidencia derrame pericárdico severo con taponamiento. Se realiza pericardiocentesis con evacuación de líquido hemático y colocación de drenaje, que se retira al 13er día.
        Durante la estadía en UTI presenta registros febriles aislados. Presenta derrame pleural con criterios de trasudado.  El 15to se toman muestras para cultivos y comienza tratamiento antibiótico con ceftazidima, amikacina y vancomicina, cubriendo foco infeccioso respiratorio y relacionado a catéter venoso central. Se realiza citología de aspirado traqueal que resultó negativo para células neoplásicas.

        El 16to día se aísla del aspirado traqueal una Pseudomona aeruginosa.

        El 18vo día se retira el tubo endotraqueal, con buena tolerancia al procedimiento. .

        El 27mo día se realiza escarectomía sacra donde se constata una colección glútea con drenaje de material purulento.

        Se realiza mediastinostomía, donde se visualizó una tumoración de aproximadamente 3 x 3 cm de la que se tomó una muestra para anatomía patológica sin intento de resección de la misma debido a que invadía a la vena cava superior.

        Diagnóstico histopatológico: adenocarcinoma pulmonar. Inició inmediatamente en forma ambulatoria tratamiento. Realizó radioterapia con dosis acumulada de 1000 cGy ypoliquimioterapia con carbaplatino y paclitaxel (al momento finalizó el 2do ciclo

        Fotografías

        Se muestran las fotografías del ingreso y las de la fecha cercana al alta hospitalaria. Se evidencia la marcada disminución del edema de tejidos blandos sobre la cara y el tórax, con notable disminución de la circulación colateral.


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